"Me llevaron en 1978 junto con mi hermano. Apenas llegamos nos separaron
y nunca más lo volví a ver. A mí me torturaron durante días, siempre con los ojos tapados.
Me preguntaban por reuniones políticas que yo no conocía. Vivíamos con miedo, porque escuchábamos
cómo sacaban a la gente y no regresaba. Estuve seis meses en ese lugar hasta que me dejaron en la
calle de madrugada. Mi hermano sigue desaparecido hasta hoy."
"Me secuestraron en Córdoba en 1976. Me llevaron a un lugar que después supe que era La Perla.
Allí estuve siempre con los ojos vendados y las manos atadas. Me torturaron con picana para que diera nombres,
pero yo no tenía información. Escuchaba los gritos de los demás y eso era peor que la propia tortura.
Nos daban muy poca comida y dormíamos en el suelo. Después de tres meses, me liberaron en un descampado.
Nunca más supe de las personas que estuvieron conmigo."
"Me secuestraron en 1976. Me tuvieron en Campo de Mayo, en un galpón. Allí había decenas de
personas, todos atados, algunos lastimados. La rutina era el tormento: nos interrogaban con golpes, submarino
y picana. Lo más desgarrador era cuando se llevaban a alguien y nunca volvía. Uno aprendía a escuchar los
pasos: cuando se acercaban, el corazón se paralizaba. Yo logré salir con vida porque me liberaron tras siete
meses de cautiverio, sin explicación alguna. Pero volví convertido en otro: pesaba 40 kilos, lleno de cicatrices,
y con el alma rota por todo lo que había visto y escuchado.”